simplemente deseo ignorar lo evidente.
Cuando la excusa del deseo se utiliza como medio para atenuar la deslealtad, se anida en el
corazón de quien se mantiene fiel porque realmente ama, la tristeza más profunda que pueda
existir, la desconfianza y el desconsuelo.
¿A cual ser mediocre se le ocurre como bueno y decide, mantener una infidelidad que grita, enmudecida?
En un intento por disipar el temor a ser desenmascarado, -obviando el hecho de que sin
esfuerzo alguno, esa máscara se cayó por su propio peso hace ya mucho tiempo-, ataca sin
piedad y a mansalva lo que en esencia es lo opuesto a su detestable realidad -incluso para sí
mismo- demostrando su escasez de recursos nobles, la abundancia del desprecio hacia sí
mismo y a la carencia de convicciones morales fundamentales para tener una vida plena y sin
sobresaltos.