De todas las verdades, tu muerte es la única absoluta. Te golpeará justo en
la cabeza para que hagas lo necesario y con suerte para quienes aún se
queden, harás lo justo. Pero todo dependerá de ti y de lo que te haga
sentir más a gusto con la manera en la que definitivamente te irás y que
en gran medida, no tiene por qué ser igual a la que viviste a duras penas.
Cuando llegue la hora de partida, cuando la luz ya no se refleje en lo que
tienes alrededor, cuando la sangre que recorre tu cuerpo se enfríe tanto
que se te encoja el cuerpo, sabrás que tu vida se ha diluido y has llegado a
tu final.