Después que todo dejó de ser como antes era. Se alteran los estados con cada interrupción de la paz, por causa y efecto de todo.
Hoy pregunto, ¿por qué y de qué se debe uno asombrar?
La actitud natural de un ataque siempre será la defensa. Nada hay de admirable en un acosador. La conducta pervertida, infame y cruel de hacer creer que existen ventajas y que se le permiten,para sentir mas placer o menos culpabilidad porque la trampa fue servida en bandeja de lodo y estiércol, es una conducta muy rastrera. A ninguno le disgusta la cima, la atención y el afecto, hay quien lo prefiere a costa de hundir a quién destaca más, presentándose empalagoso en demasía… ocultando sus verdaderas intenciones oportunistas.
Es muy fácil intentar disimular dandose golpes en el pecho como un espalda plateada. Escudarse detrás de la trillada frase “mi conciencia está tranquila” cuando precisamente no ha habido toma de ninguna de ella. La lealtad se tiene o no se tiene y para ambos está ausente.
Imagino el esfuerzo mental autoimpuesto para eliminar cualquier resquicio de duda y librarse
de un ataque tan contundente como merecido…cuando decir y afrontar las verdades sera
siempre el mejor y más breve camino.