Cuando abres los ojos y sales de alguna de esas aterradoras pesadillas en tu vida conforme a la realidad de tu existencia, te das cuenta que la mayoría de las personas que desean incorporarse al listado de tus conocidos, no se acercan ni por asomo a quienes conoces desde siempre y a los cuales has brindado tu confianza, ellos a ti la suya y sin condiciones.
Ya no se precisa tener los ojos abiertos ante los conocidos, míos… a ojos cerrados sabes por dónde vienen y por donde se irán. Nos regimos por nuestras propias convicciones, limpias, claras y transparentes.
Los demás, predecibles en su mayoría, ellos… conmigo no aciertan con lo de “quién persevera alcanza” con ojos muy abiertos, continúan en su letargo existencial, adosados a sus malas costumbres… señalando, juzgando, envidiando y hasta exigiendo con fingido desconocimiento de mal, lo que no puede proceder.