
Desde la habitación en un hospital, escucho el repicar de las campanas en una iglesia cercana. Cada repique es un aviso que me recuerdan tantos prejuicios, tantas mentiras, tanta hipocresía.
Me parece inaudito, un tanto morboso, el que hubiesen construido un hospital al lado de un edificio de culto. Culto a la muerte, al miedo, al sufrimiento, al dolor placentero por una fe vacía de significado.
Ese repique sádico de campanas tan constante que te recuerdan y gritan ¨Eres mortal, arrepiéntete¨ -ante nosotros- antes de que tu frágil vida se apague… eso sí, no te olvides de pasar antes por nuestra caja y deposita en ella todo lo material y mundano, hasta que te duela porque solo el dolor y la liberación del lastre de tus caudales, liberará tu alma. Agradece que velemos por tu salvación, libre de impuestos.